«No queremos crecer. La actividad nos va bien pero nos exigen mucho tiempo y esfuerzo. Además, nunca sabes cuándo va a cambiar la racha.»
En muchas empresas de pequeña dimensión, entre diez y veinte personas, se produce esta reflexión. Han tenido un desarrollo exitoso pero empieza a aflorar el temor a crecer.
Una primera propuesta es, admitiendo el no crecimiento, repensar la tipología de clientes. Su propio crecimiento ha venido marcado por «recibir demandas» frente a «orientar la acción». Esto es, poca actividad comercial para dirigirse hacia donde desea desarrollarse y mucha receptividad a las peticiones que le llegan dentro de su ámbito de actividad. Su orientación la marca el mercado.
Otra es repensar el modelo de funcionamiento, a qué dedicamos el tiempo, qué se gestiona y a qué no se da importancia, cómo se planifica, etc. Habitualmente todos los ojos están puestos en lo operativo, en el hacer.
La combinación de ambas, abre amplios campos de exploración y acción.
Y después ya se hablará del crecimiento.