Interesante debate el que se abre cuando se trata de definir el modelo de un grupo con implantaciones productivas en diferente países.
Aforan dos alternativas extremas con sus razones, argumentos y personas apasionadas con cada una de ellas: debe existir un centro y una periferia o todo es centro y todo es periferia.
Así, la alternativa que plantea la necesidad de mantener la propiedad del conocimiento, de asegurar la homogeneización de la oferta y de los modos de hacer, de aprovechar las sinergias, etc. defiende que la base debe ser un centro (la matriz) fuerte, poseedora del saber y distribuidora y controladora del mismo.Luego lo desplegará en sus implantaciones. Estas lo deben aplicar de manera lo más fiel posible. Las conversaciones y relaciones se producen desde el centro y con cada uno de sus elementos periféricos. El centro aprende en este modelo, busca las coherencias y singularidades entre diferentes y de nuevo distribuye.
O la otra alternativa de que no exista centro ni periferia. Un modelo donde todas las partes, siendo el centro una parte más, crecen en su autonomía y el sistema se basa en intensificar las interrelaciones entre ellas siendo el aprendizaje cruzado. La coherencia se genera como valor y consecuencia de las relaciones entre los componentes y no como una definición reflexionada y cerrada por el centro.
Siempre los modelos de grupo son una construcción donde se combinan de un modo continuado fuerzas de cohesión y fuerzas de dispersión, elementos que persiguen dar un significado común al conjunto al mismo tiempo que se despliegan significados particulares de cada parte. Desde este aparente conflicto es desde donde se genera la evolución.
Pero, pienso que el vector impulsor de la construcción debe ser interpretar el modo en que el conocimiento puede crecer y cruzarse con más intensidad.
Y para ello, partir de que el conocimiento debe ser una propiedad del centro, creo que es un limitador del que debe huirse.