Habitualmente una entidad que agrupa a diferentes empresas en torno a ella, por trabajar en el mismo sector de actividad o por tratarse de sectores complementarios, suele tener como referencia prioritaria impulsar procesos de colaboración.
Colaboración que les permita responder mejor a demandas de los clientes, poder ofrecer un servicio más integral, disponer de una capacidad superior, etc.
La idea es clara. Empresas trabajando conjuntamente pueden ofrecer siempre algo diferente a su realidad individual. Esto es evidente. ¿Por qué entonces los procesos de colaboración no se producen de un modo natural? Ir contra la teoría, ¿por qué sucede?
No creo que suceda por el hecho de no verse como positiva la posibilidad. Más bien es porque hay otros elementos que impiden ponerla en marcha.
Correr en estos casos no es posible. Para despertar el atrevimiento de afrontar lo nuevo es necesaria la confianza en que va a ser mejor.
Y cuando se trata de ir acompañado, hace falta sintonía, cercanía y esa química de que con otro se va a gusto. Sin ella, la colaboración no es posible.
Miedos
Pues sí, pero el miedo siempre está, de salida, en un plato de la balanza. A cada persona, y según de qué se trate, nos pesa de un modo singular.
Además no creo que sea posible, ni conveniente, eliminarlo. Lo que debemos es poner en el otro plato algo que ayude a superarlo.
En planteamientos de colaboración, la quimica en la relación es un elemento de peso.
Saludos, Iñaki.
Cualquier otro elemento que se me ocurre, y hay varios, entran dentro de “Miedos”.