En el mundo educativo, en los centros formativos no universitarios, la idea central es atender la diversidad del alumnado, reconocer su diferencia y actuar en consecuencia.
Estas actuaciones tienen sentido y se producen fundamentalmente en el trabajo en el aula.
Pero actuar, no es un hecho individual de cada docente, sino un hecho colaborativo de las personas que intervienen en el aula.
Por ello, sin una interpretación compartida y singular por parte de los docentes que actúan con un grupo concreto de alumnado, la acción no puede ser eficiente. Y menos aún si no se comparten las consceuencias de las acciones que se realizan.
Es decir, sin compartir una visión de lo que acontece en el aula y sin compartir la acción que surge, y que es plural (intervienen los diferentes docentes), el desarrollo del alumnado se convierte en una suma de interpretaciones y acciones individuales.
Se requiere una reflexión profunda con relación a si la estructura organizativa de los centros posibilita una observación, una acción y un seguimiento colaborativo de la singularidad de cada persona.