Tras seis meses trabajando de forma periódica con las personas responsables de una pequeña empresa familiar me han comunicado que no seguimos.
La gestión de la empresa creada por dos hermanos, uno jubilado y el otro en vías de hacerlo, ha sido asumida por sus descendientes que ya trabajaban en ella.
En este tiempo hemos intentado crear un sentido de compartir basado en el seguimiento semanal de lo que ocurre (entrada de pedidos, valor de la producción y cartera pendiente de fabricar), generar un sencillo sistema de planificación de los trabajos, definir una responsabilidad individual sobre alguno de los aspectos operativos, disciplinarse a una rutina de verse y hablarse, realizar un seguimiento al menos trimestral de los resultados que se obtienen, etc.
En la forma de entender la gestión los dos fundadores, este tipo de cosas no hacían falta.
Sin consolidar el funcionamiento, han decidido no continuar: “aunque hemos aprendido mucho y nos está siendo muy útil, por nuestra parte no estamos siguiendo el programa“.
Y así se ha quedado la cosa.