Generar el máximo de autonomía en los equipos y en las personas de las organizaciones debe ser una referencia.
Desarrollar las posibilidades de toma de decisiones por las personas en su ámbito de trabajo genera organizaciones más ricas y más flexibles.
Aprender implica interpretar, decidir, intentar y visualizar las consecuencias, siendo conscientes de que van a ocurrir aciertos y fallos y que ambos forman parte del proceso.
Pero también está el ejercicio de la responsabilidad global, del velar por el conjunto de la organización. Y a veces, este ejercicio puede tropezar con el ejercicio de la autonomía de alguna de las partes.
¿Qué hacer?
¿Limitar la autonomía de algún equipo o rebelarse contra su decisión es contrario al valor de su promoción?