En algunos procesos participativos enfocados a debatir y buscar vías de trabajo se perciben las dificultades de compartir por el colectivo. Se traduce en un no avanzar y en una continua vuelta al inicio.
Estas dificultades toman la forma de continuadas referencias a aclarar «dónde está el problema» (como si fuera un sitio, una cosa que se esconde,..), a señalar a una parte como la que debe resolverlo sin visualizar lo global como elemento desencadenante («nosotros estamos para ayudaros»), a no debatir frente a volver a lo particular, a la anécdota («es que a mí me pasa…»), etc.
Es como para pensar que en determinadas situaciones el debate no es capaz de generar líneas de salida. ¿Será entonces conveniente presentar propuestas más trabajadas para demandar al colectivo un posicionamiento, un sí o un no?