Si comprendemos la estrategia como la consecuencia de seguir un camino que me permita conducirme desde hoy, y desde donde estoy, hasta el lugar al que quiero llegar en el futuro, debemos admitir que tenemos la capacidad de pronosticar cómo será el futuro. Admitir esta posibilidad solamente es válido cuando estamos hablando de entornos o bien muy estables o bien muy predecibles.
La realidad de la mayor parte de las organizaciones no parece que se desenvuelva en este tipo de situaciones pero seguimos queriendo encontrar el método que nos permita ser adivinos o lo que es lo mismo, dejar de ser ignorantes.
Es más, cuando se nos plantea que este método no lo vamos a descubrir nunca nos rebelamos y continuamos su búsqueda en lugar de explorar otras posibilidades menos transitadas.