Una persona muy cercana está trabajando desde hace unos meses en un proyecto de importante calado relacionado con la reducción de la brecha salarial de género. Esta circunstancia nos permite de vez en cuando abordar el tema.
Mis reflexiones en este momento van sobre la idea de que, si bien son numerosos los factores que afectan a esta situación de diferencia en función del género y que todos ellos pueden influir en que se produzca, hay algunos que tienen una importancia superior.
No dudo de la diferencia que se puede producir en trabajos en los que los hombres son mayoritarios entre lo que cobren los hombres y las mujeres. Esto es, que el trabajo realizado por mujeres en estos contextos sea remunerado de modo inferior al caso de realizarse por un hombre. Pero bien es cierto que aunque se trate de una diferencia que deba corregirse, no afecta a muchas mujeres por el mero hecho de que la mayor parte de las personas que lo realizan son hombres.
En este mismo sentido, las oportunidades de desarrollo profesional y de ascenso son menores en las mujeres que en los hombres. También debe ser un tema a corregir pero nuevamente tampoco afecta a un gran número de mujeres (ni de hombres) ya que estos puestos son limitados en número.
En mi opinión, lo que sí afecta a la brecha salarial entendida como la diferencia de la masa retributiva que cobran los hombres y la que cobran las mujeres es la retribución que se recibe en los trabajos feminizados comparando con los masculinizados. Si es así, una línea de acción clara es que más mujeres se desarrollen en trabajos en los que hoy la mayoría son hombres. Esta idea es una línea de acción recurrente en el tiempo pero no parece que consiga disminuir la situación.
Por ello, pienso que la única vía de solución es el incremento salarial de las ocupaciones mayoritariamente realizadas por mujeres. No creo que exista otra posibilidad con tan fuerte impacto.
Entre estas ocupaciones existen algunas de baja, media y alta cualificación. No es en todos los casos reducto de bajas cualificaciones, simplemente no son tan valoradas como otras. ¿Y realmente es más necesaria una mayor preparación para ejercer determinadas profesiones muy masculinizadas de la requerida en otras feminizadas (salud, cuidados a las personas, educación, etc.)? Pienso que no, pero lo que sí es una realidad es que en trabajos con menor cualificación pero realizados mayoritariamente por hombres el sueldo medio es superior.
Dicho esto, mucha de la ocupación feminizada depende de la administración bien de modo directo (salud, educación, etc.) o indirecto (a través de empresas que gestionan servicios de su responsabilidad: residencias, servicios sociales, etc.). Por tanto, la valoración superior en forma retributiva de estos trabajos depende de la propia administración.
En consecuencia, la brecha salarial experimentará una reducción significativa si la administración es capaz de retribuir mejor, directa o indirectamente, en muchos ámbitos que son de su responsabilidad, ya que son donde se concentra el trabajo realizado mayoritariamente por mujeres. Sin avanzar en esta línea de actuación, la brecha salarial no cambiará su tendencia más allá de corregir algunas diferencias insoportables pero que afectan a minorías. Justamente quien tiene que procurar su reducción es quien tiene en su mano la solución más eficaz. ¿Puede ponerla en práctica?
Puedo terminar con esta pregunta y punto. Pero también puedo sugerir que la administración es quien gestiona los recursos que las personas le damos. Por tanto, la reducción de la brecha salarial depende de si nosotras estamos dispuestas o no, a contribuir con más dinero a los fondos públicos. Claro, también se trata de exigir que se gestionen mejor los actuales pero me da la sensación de que con ello no basta.