En los últimos meses, y bajo una intensa promoción institucional, está volviendo a emerger la idea de la participación de las personas trabajadoras, tanto en la gestión como en la propiedad de las organizaciones. Bienvenidos sean todos los planteamientos. Sin embargo, más vale que se vaya interiorizando que solamente con decirlo no basta.
Que serán necesarios cambios estructurales en las formas de información, comunicación y decisión en las organizaciones. Y que estos cambios deberán afectar a cómo las cosas se realizan y por tanto a los procesos operativos que se suceden en las mismas de modo cotidiano. A cómo se planifica, a cómo se trabaja un proyecto, a cómo se decide el futuro, etc.
No podrán desarrollarse formas liberadoras de participación en la gestión sin repensar los sistemas en los que se funciona. El no hacerlo genera, a lo sumo, fuegos de artificio.