Hacía tiempo que no escribía nada en forma de experiencia y no era tanto porque no las hubiera sino porque no estaba en esa clave. Vamos por ello con una.
En un proceso en el que actualmente estoy trabajando con una cooperativa del tercer sector comentaba una persona del Consejo Rector en relación al cansancio que sentía, a la necesidad de dedicarle tiempo en exceso a esa función, a que debiéramos pensar algo para llegar mejor a las personas, etc. “Es que no podemos acercarnos a todas partes”.
Esta cooperativa ha triplicado en el plazo de cuatro años su número de personas trabajadoras por un incremento en los servicios que realiza. A ello se añade que se ha pasado de una localización única a trabajar de modo estable en seis espacios dispersos geográficamente y con servicios diferentes.
En definitiva, que está creciendo y su complejidad ha aumentado de modo significativo.
Y como es normal, el pasado con sus formas de relación basadas en la cercanía física, en el compartir la misma actividad, en conocerse sin tener que presentarse, emergía como referencia de cómo se debiera actuar. “Entonces no habia estos probelmas”.
Pero el presente ya no es así. Esa receta ya no sirve en sus formas. Hay que inventar otra que sea al menos tan poderosa y más capaz para aprovechar la visión de diferentes realidades.
El debate se fue rápidamente a la necesidad de una persona que tuviera tiempo, que como prioridad fuera capaz de dar información y ofrecer comunicación. Que pudiera moverse entre los diferentes centros de trabajo, que generara la información de nuevos proyectos, nuevos servicios, nuevas personas, etc. Que tuviera a las demás personas al día de lo que ocurre y que generara debates.
Lo importante parecía el instrumento.
Ahora estanos en el momento de ver si giramos la óptica hacia el sistema, hacia el papel de las personas, de los equipos, etc. Veremos.