A finales de semana, en una visita a una empresa que contactaba por primera vez, estuve reunido un par de horas con dos personas.
Ambas eran socias, de un total de cinco. Todas trabajan en la organización. La empresa, que ha cumplido ya los treinta años, integra a unas 170 personas.
La charla transcurrió interviniendo ellas para poner en común en qué situación percibían la empresa y qué observaban como prioritario. Por mi parte, conté el tipo de trabajo que suelo realizar.
Ellas transmitían la necesidad de realizar un cambio en una de sus líneas de actividad, empleadora del 30% de las personas, ya que su futuro era poco claro dado que se orienta a un mercado en retroceso. Había tiempo para reorientarlo, pero tampoco mucho.
Estas dos personas junto con una tercera socia, ejercían la responsabilidad de la gestión de una forma compartida, aunque cada una tenía un ámbito de responsabilidad específico. Esto es, se responsabilizaban directamente, y en conjunto, de la gerencia global, así como de la gestión de cada una de las tres actividades existentes y de los servicios generales que éstas requerían. Me decían que estaban en todas partes.
Les transmití que no entendía bien por qué no tenían responsabilidades más individualizadas. Cada una en algún ámbito de negocio y luego que se apoyaran como equipo. La idea no les gustó. Ellas no querían tener esa responsabilidad individual.
Me transmitieron que lo que realmente querían era contratar una persona como gerente, pero que no tenían la rentabilidad necesaria y que quizás valía la pena endeudarse asumiendo un riesgo para poder hacerlo.
Mi respuesta fue que antes de asumir esa posibilidad debieran explorar si su modelo de responsabilidad era el más adecuado y si se puede desarrollar más a las personas que ya trabajan. Asimismo, les planteaba que sería conveniente estructurar los sistemas de trabajo para posibilitar un trabajo más en equipo y con esta nueva realidad afrontar las posibilidades de migración en el negocio más inestable.
La reunión se tensó y no terminó bien. ¡ Que cómo sin conocerles me atrevía a proponerles algo así !
O sea, generé rechazo.
Desde el punto de vista de conseguir trabajo, quizás me aceleré.
Desde el punto de vista de aportación, espero que el contraste con relación a su forma de ver las potenciales salidas les ayude.