La vida es un continuo de decisiones. Siempre estamos tomando decisiones.
Pero no todas las personas somos igualmente rápidas en decidir ni asumimos los mismos riesgos. Hay personas a quienes les encanta decidir y también hay otras que se paralizan ante los mínimos riesgos que un cambio puede suponer.
Normalmente, a la persona que emprende se le supone rápida en la toma de decisiones y más capaz de asumir riesgos y moverse en lo desconocido.
Sin embargo, tras el emprendizaje exitoso aflora una actividad que debe desarrollarse en el tiempo. Y su sostenibilidad requiere cercanía, detalle, constancia, coherencia, seguimiento, rutina …
¿Está la persona emprendedora también preparada para ello?