Una organización pública que ofrece jornadas formativas y con la que colaboro desde hace años, me solicitaba un texto que sirviera como referencia a potenciales personas asistentes a sus sesiones de estrategia. Les envié lo siguiente:
Pensar en la estrategia como un ejercicio intelectual que culmina en un plan a varios años de actuaciones, objetivos y resultados, puede ofrecer gran seguridad. Sin embargo, es bastante dudoso que este punto de partida pueda ser válido para desarrollar una organización en épocas de profunda incertidumbre.
Quizás debemos aceptar que la estrategia no es un proceso separado sino que está integrado en la gestión cotidiana. Un ejercicio que parte de unas intenciones, definidas y compartidas, y que se desarrolla en un continuo indisoluble de exploración práctica y de aprendizaje.
Igual, por tanto, la estrategia debe entenderse como una experiencia más que como un plan predefinido.
Pero este cambio conceptual tiene consecuencias, ya que requiere nuevas formas de gestión para desarrollarse.
De momento no ha habido contestación por el departamento de marketing.
No me extraña,…