En una empresa que diseña y suministra bienes de equipo personalizados en base a las peticiones de los clientes, surgía el debate del modelo de gestión de los proyectos una vez que el pedido es firme.
A la reunión asistían unas doce personas de diferentes ámbitos (comercial, técnico, fabril, logística, etc.). Las mayores dificultades que afloraban en el desarrollo del pedido se atribuían a la calidad de la información aportada al inicio del proceso por parte de las personas relacionadas con los clientes.
Mayoritariamente se opinaba que era insuficiente para abordar con garantías un desarrollo, indefinida al no contemplar algunas cuestiones básicas o carente de una visión global. Es decir, todo sería más sencillo si toda la toda la información necesaria estuviera completa al inicio y no cambiara a lo largo del proceso.
Evidentemente todo sería más fácil pero no (siempre) es posible.
Al margen de la querencia personal por el detalle o de la mayor o menor capacitación para conocer y obtener la información necesaria, no se puede asegurar que siempre se tiene toda.
Además, a medida que el tiempo transcurre se observan nuevas necesidades, emergen dudas, etc., y se requieren nuevas informaciones.
Estas características se hacen más visibles cuanto más se extiende el proyecto en el tiempo ya que el terrreno está más abonado para que la complejidad se manifieste.
Por tanto, igual debiéramos, al mismo tiempo que se trata de aclarar y mejorar las informaciones necesarias, entender la comunicación continuada entre las partes, incluido el cliente, como el elemento fundamental a desplegar.