Lógicamente, propiciar el cambio en una organización tiene más posibilidades de avanzar si se crean unas condiciones favorables para que suceda.
Una de estas condiciones, y pienso que muy significativa, es adentrarse en actividades diferentes , en segmentos de clientes nuevos, en ámbitos geográficos desconocidos, etc.
Es decir, salir fuera del marco habitual en el que la organización desarrolla la actividad facilita el planteamiento de nuevas formas de trabajo en el interior.
Abrir el continente facilita el cambio del contenido.
Esto es, salir del estado de confort. Ocurre que por mucho que el debate se abra horizontalmente a todos los niveles de la organización, la decisión final es vertical y es entonces cuando surge el miedo a perder o ceder una parte del poder; el temor a que la apertura aflore capacidades que tienen los que no toman la decisión final y de las que carecen los que sí las toman.
Es entonces cuando se aplica aquello de «madrecita, madrecita, déjame como estoy…..».
Pues sí, Pelayo, creo que el cambio tiene más posibilidades cuando se abren nuevas oportunidades que cuando nos mantenemos en lo que dices, el estado de confort.
Estado de confort que tampoco lo observamos como tal. Siempre, en cualquier situación, aparecen novedades que requieren cambios, pero muchas veces se encuentran dentro de unos límites que no se alteran. La apertura de estos límites para enfrentarse a caminos desconocidos, pero deseados de recorrer, es lo que entiendo de interés.
Y las respuestas personales son diferentes, claro. Pero se trata de crear una idea colectiva que, impulsada por los que se mueven en los límites, sea capaz de arrastrar los miedos individuales.
Generar esta alianza, normalmente no explicitada, es más sencillo cuando se toma parte en la interpretación de la idea que cuando surge desde un posicionamiento individual.
Por ello, creo en los procesos de construcción colectiva.