El inicio en una organización de un proceso de reflexión abierta en la que participe un número importante de personas resulta normalmente un hecho no cotidiano.
Surgen posicionamientos diferentes. Todo depende desde dónde lo mires.
- ¿Abierta?: ¿qué no sabemos en qué va a acabar? Da vértigo. Vamos a perder el control de los resultados.
- ¿Abierta?: seguro que todo está preparado. ¿Cómo se va a hacer lo que salga del proceso?, el final ya lo saben.
El tiempo que transcurre entre su comunicación y su escenificación es tiempo de inquietud. Cuanto más corto mejor. No generemos más fantasmas.
Y normalmente se oye la frase de «no es el momento…».
¿Y cuándo lo es?, la verdad es que nunca.